1. Tu optimismo ante la vida: “el
vaso medio lleno”, “el podría haber sido peor”, “la tragedia con suerte”, “la
belleza de lo simple”.
2. Tu estilo progre: la playita
uruguaya, la película chiquita, la obrita independiente, la musiquita latinoamericana
y el besito enorme, claro.
3. Tu modo impostado de cuajar en el
lenguaje posmoderno: digo, nada, ponele, eso, nada.
4. Tu discurso vapuleador contra la
filosofía política y tus frases del tipo: “Hegel no entendía nada”…Sí, es
cierto. Y Heidegger que la chupe, total: manzana, digo, nada, ponele, eso,
nada.
5. Tu estilo amoroso que es 25%
dudoso, 40% ambiguo y 100% falaz.
6. Tus enamoramientos repentinos que
aparecen cada vez que querés que te entregue el culo.
7. Tu manera de convencerme de esos
enamoramientos repentinos. Siempre.
8. Tu libro preferido: una mezcla de
Joyce, Proust, Dosteievski, Flaubert, Tolstoi, la novela inédita de Borges y
las 553 páginas infumables escritas por Alan Pauls.
9. Tu modo de hablar todo el tiempo,
a cada momento, en cualquier horario del día únicamente de vos. Incluso cuando
estás solo.
10. Tu valoración hacia mi
feminismo únicamente cuando pagamos alguna cuenta.
11. Tu intención de voto trosca/marxista/lenista/stalinista/maoísta/frutaísta
y tu crítica a mis elecciones utilitarias. Dejame de joder si voto al peronismo.
Por lo menos gana. Boludo.
12. Tus enojos frente a mi humor
desprejuiciado. Y sí, querido, me gustan los chistes políticamente incorrectos.
No tengo la culpa de que la hermana de una amiga de la prima del hijo del yerno de tu bisabuela haya muerto en Auschwitz. Ni siquiera sos judío. De hecho, yo
soy la judía.
13. Tu personalidad bipolar. Un día
estás inaguantable, forro, intolerante, malhumorado. Y al otro día, en cambio,
estás peor.
14. Tu película preferida. Me
divirtió más el fundido a negro que todo ese bodrio.
15. Tu “tengo respuesta para todo”.
Sos capaz de decir que sabés dónde está Julio López, María Cash, Marita Verón y
la Dra. Giubileo.
16. Tus poses cada vez que escuchás
esa música que mezcla jazz, Spinetta bossa nova, murga y las ganas de irme.
17. Tu gesto en la cara cada vez que
fumás marihuana. Tenés más de cuarenta. No quedás fumón canchero, quedás
pelotudo.
18. Tu forma de sobreactuar tu
inteligencia. Que no es ni más ni menos que como la mía.
19. Tu creencia de que sos anti-imperialista
porque no tomás Coca Cola ni comés hamburguesas. Claro, porque Netflix fue un proyecto
nacido entre Cuba, Rusia y la Alemania del Este, antes de la caída del muro.
20. Tu modo de decirme que soy de
derecha porque me gusta el cine yanqui. Explicame qué mierda tiene que ver Vin
Diesel, Bruce Willis, Jason Stratham y Marty McFly con El 18 Brumario de Luís
Bonaparte.
21. Tu estilo zen, budista,
hinduista, que es aburrido, monótono, tedioso y, por sobre todas las cosas,
inverosímil.
22. Tu incursión en la vida
vegetariana. Que duró poco, por suerte. Pero durante todo ese tiempo me diste
clases de moral sobre el “ternerito por nacer” y la “indefensión de las vacas”
y … los costillares que te comés ahora que te hicieron perder la memoria.
23. Tu manera preciosa y
maravillosamente invalorable de apreciar los regalos que te doy. En especial
cuando te olvidás lo que te di, cuándo te lo di y quién te lo dio: o sea, yo.
24. Tus mentiras sobre las propiedades
curativas del semen por la vía oral.
25. Tus modos de hacerme creer sobre
las propiedades curativas del semen. Y por todas las vías.
26. Tu vapuleo constante hacia las
religiones occidentales. Para que sepas, ganaron. Y por mucho, eh.
27. Tu insistencia en destacar mi
inteligencia en detrimento de mi cuerpo. Me siento más deseada en la línea 60
que con vos.
28. Tu fascinación por las escuelas
hippies. Te cuento que ahí aprenden a escribir recién a los 18 años. Incluyendo
a los maestros y directores.
29. Tu creencia radical en la
homeopatía. Te aviso que mi parto va a ser en una cama llena de luces, con
muchos cirujanos, anestesistas y, si puede ser, en plena facultad de medicina.
30. Tu manera reciente de descubrirme
como una caprichosa. ¡Qué novedad! Lo sabe toda la República Argentina,
incluyendo a las Malvinas.
31. Tu narcisismo que, además, es egocéntrico,
egoísta, ególatra y muy poco ergonómico.
32. Tu forma de creerte
indispensable para mi vida.
33. Tu forma de hacerme creer que
sos indispensable para mi vida.
34. Tu forma de convencerme de que
sos indispensable para m vida.
35. Tu forma de
lareputamadrequeteparió por todo eso.
36. Tu sentimiento de saberte único
por que me decís “putita”. Para que sepas, me lo dice el verdulero, el carnicero,
el cana de la vuelta, el del chino, mis compañeros del laburo e, incluso, mi
jefe. Y todo los días.
37. Tu manera desubicada de decir
que algunas cosas “ya fueron” como, por ejemplo, los Beatles. Tenés razón. De
hecho, Ringo y Paul deben estar desconsolados.
38. Tu “me despojo de lo material”.
Vos y yo sabemos perfectamente de tu gustito por el dinero, los billetes, la
plata, la guita, los fondos, la liquidez, la pasta, el efectivo. Todos. Y en
ese orden.
39. Tu “como en lugares donde paran
tacheros porque es más cool”. Mentira, comés ahí porque es más barato.
40. Tu canción preferida. Que es,
casualmente, la que más odio.
41. Tu modo de insistirme,
repetirme, reiterarme y persistirme que no me vaya, que me quede. Simplemente,
porque te hago reír.