lunes, 16 de marzo de 2015

El debate


Conductor: Bienvenidos a todos. Hoy, en este programa, los dos candidatos más rivalizados de toda la historia argentina debatirán sobre sus proyectos e ideas para la futura presidencia. Se enfrentarán como nunca lo han hecho, ni ellos, ni ningún otro en este país, ni en el mundo. Me pregunto, ¿se sacarán los ojos? ¿Expondrán todo su arsenal? ¿Quién será el aspirante ganador? ¿Habrá algún ganador? Lo sabremos en pocos minutos. Bienvenidos a los dos.
Ricardo: Muchas gracias por el espacio.
Juan: Yo quiero agradecer el espacio y la oportunidad
Ricardo: Yo, también, el horario.
Juan: Yo, el catering.
Ricardo: Yo,  el remise y los alfarjocitos de maizena del camino.
Juan: Yo…
Conductor: Bueno, bueno, bueno. Tranquilos que aún no comenzamos. Pero veo que están con ganas de debatir. Empecemos. Ricardo, tiene la palabra.
Ricardo: Gracias nuevamente, antes que nada quiero expresarle a mi contrincante que tengo datos. Que investigué. Que sé todo. Absolutamente todo. Y que hoy mi función sólo será decirle a usted, al público presente y a los espectadores en sus casas, toda la verdad.
Conductor: Qué intriga. ¿Y usted, Juan? ¿Tiene miedo? Ahora no me conteste, aún no es su turno. Continúe, Ricardo, por favor.
Juan: ¿Y entonces para qué me pregunta?
Conductor: Qué animosidad noto en sus palabras, mi querido Juan.
Juan: No soy “querido”.
Conductor: Juan, espere su turno...Ricardo…
Juan: Ni mucho menos “suyo”.
Conductor: ¿Va a interrumpir todo el tiempo?
Juan: No…
Conductor: Bien…Ricardo…
Juan: Sólo cuando sea necesario.
Conductor: ¡Por favor! Ahora sí, Ricardo, continúe.
Ricardo: Gracias. Cuando Juan fue candidato para su primera presidencia hizo varias promesas. Una de ellas que iba a bajar el desempleo en un 50%. Pero sabe qué. No fue así. Lo bajó en un 99,9%. A ver cómo explica eso.
Conductor: Eso sí que es un dato duro. ¿Qué puede decir sobre eso, Juan?
Juan: Que a veces las cosas nos exceden. Lo sé. Y que no puede controlarse todo, pero yo quisiera saber, también tengo mis informantes, cómo le explica al público que gracias al memorandum presentado por usted, y nada más que por usted, nos han devuelto las Malvinas, parte de Uruguay y la Antártida. Lo escucho.
Conductor: Sí, Ricardo, lo escuchamos.
Ricardo: ¿Qué pasa? ¿Acaso ustedes no tienen errores? Sí, a mí y a mis asesores se nos escapó ese detalle. Y lo estamos reparando. ¿Y usted? ¿No erradico la pobreza de la Argentina? ¿Alguien le dijo algo por eso?
Juan: Usted no puede decir mucho, ¿o no recuerda que se encargó que terminar con el hambre en absolutamente todos los hogares del país?
Ricardo: ¡Eso es una vil mentira!
Juan: Tengo los datos. Mire mi cartulina.
Conductor: ¡Pero qué grafico impactante! Puede seguirse la curva y ver cómo ha descendido a nivel CE-RO la hambruna en los hogares más pobres.
Juan: Ex pobres. Y todo gracias a él. A su vez, si observamos estos otros gráficos, puede notarse en color azul todos los conflictos bélicos solucionados cuando Ricardo era presidente: La Guerra Civil Española. El conflicto entre Israel y Palestina. Los enfrentamientos de Estados Unidos con Alemania, Rusia, Vietnam, Irak, Irán…
Ricardo: ¡Usted estatizó todas las empresas privadas y encima ahora funcionan mucho mejor que antes!
Juan: ¡Yo! ¡Yooooo! Por favor. Fue usted el que aniquiló todo el narcotráfico de la región y encima dejó la zona perfectamente lista para que no entrara nunca más.
Conductor: ¿Eso es cierto, Ricardo?   
Ricardo: ¡Él entregó todas las fábricas a los trabajadores!
Conductor: ¿Eso es cierto, Juan?
Juan: ¡Y él le devolvió las tierras a los indígenas!
Conductor: Estoy impactado.
Ricardo: Ah, mire. Usted sacó a todos los chicos de la calle y armó un hogar. En su propia casa.
Conductor: Ahora estoy azorado.
Ricardo: Yo no quiero ser fatalista, ni expresar un discurso anti-político, pero la gente está harta. Gracias a este señor hay igualdad, libertad total y absoluta de expresión. Se terminó completamente con el capitalismo, el patriarcado, la homofobia y, como si esto fuera poco, se fue al sur a limpiar a los pingüinos empetrolados.
Conductor: ¿Y los limpió?
Ricardo: Uno por uno. Y con sus propias manos.
Conductor: Quiero preguntarles a ambos cómo piensan encarar el tema de la trata.
Ricardo: Tarde.
Conductor: ¿Tarde para encararla? Me imagino, ya está todo copado con…
Ricardo: No, ya está.
Conductor: ¿Y eso quiere decir que ya no hay más…?
Ricardo: Nada de nada.
Juan: ¡Traidor! Yo jamás contaría que gracias a usted se terminó por completo la corrupción policial. Y menos para ganar una elección.
Conductor: ¡Cómo que no hay más corrupción policial!
Ricardo: Ni política. Pero de esa se encargó él.
Juan: Esto ya es el colmo. Le voy a hacer juicio por calumnias, injurias, difamación y extorsión.
Ricardo: ¿Y qué abogado va a conseguir? Usted ha sido el único graduado con promedio 11. ¿O no lo recuerda?
Juan: ¿Cómo no lo voy a recordar? Si usted no sólo ha sido profesor mío sino que también fue reconocido como Doctor emérito en la Universidad de Buenos Aires, Harvard, Yale y en Cambridge.
Ricardo: Las cuatro universidades que construyó usted.
Juan: Mientras usted trataba la tuberculosis en todo el continente africano.
Conductor: ¿También es médico?
Juan: Y honorífico. Nadie lo recuerda. Se recibió en cuatro meses.
Conductor: Esto ya es el colmo.
Ricardo: Dígamelo a mí que tengo que compartir la fórmula con él.
Juan: Yo no quería, eh.
Conductor: ¿Van juntos?
Ricardo: Sí, los dos.
Conductor: Pero… ¿quién va de Vicepresidente?
Juan: Ninguno.
Conductor: ¡Cómo que ninguno!
Ricardo: Vamos los dos de Presidentes.
Conductor: ¡Pero eso es totalmente democrático, es inaudito, cómo lo dejaron pasar!
Juan: Se decidió por voto popular.
Conductor: ¿Esto quiere decir que pueden ganar los dos?
Ricardo: Es altamente probable. Las encuestas nos dan arriba con un 101%  y con un margen de error del 0,01 %.
Conductor: ¿Y qué van a hacer?
Juan: Es duro, pero…vamos a tener que gobernar.
Conductor: ¿Cómo lo hicieron durante sus respectivos mandatos?
Ricardo: Y multiplicado por dos.
Conductor: Esto es tremendo. La Argentina está siguiendo un rumbo que…
Juan: Ningún rumbo. La Argentina ya es primera potencia. Y eso sí que fue culpa de él.
Ricardo: Bueno…no me di cuenta.
Conductor: Esto me apena mucho. Me avergüenza y me revuelve el estómago. Así que cuenten con mi voto.
Juan: ¡Pero eso ya es voto cantado!
Conductor: ¡Por favor!, en la elección nadie lo va a notar.
Ricardo: ¡Qué nadie lo va a notar! De ninguna manera. Vamos a pedir que la Junta electoral y que todos los fiscales y presidentes de mesa estén anoticiados de que deben impugnarle o invalidarle el voto.
Juan: Sabia que no teníamos que venir acá. Pero vos, como siempre, insististe.
Ricardo: Ah, mirá. Vos siempre lo sabés todo.
Juan: ¿Acaso no es así?

Ricardo: No, pero podemos debatirlo.