Aunque la noche la había encontrado
quebrada, finalmente pudo salir. No recuerda bien qué pasó, ni cómo logró escapar.
Sólo supo que alguien (vaya a saber quién) la retuvo muchos días (vaya a saber
cuántos) en ese lugar (vaya a saber dónde). Amaneció en un hospital (vaya a
saber cuál) donde la interrogaron dos policías (vaya a saber cómo).
Sargento: ¿Recuerda qué pasó,
señorita?
Ella: No recuerdo nada.
Sargento: ¿Puede ser que la hayan
secuestrado?
Ella: No recuerdo nada.
(Sargento a Cabo, en voz baja): Sí,
esta piba estuvo secuestrada. Tiene todas las marcas. Ahora está en su fase de
negación. Tenemos que averiguar si no la ultrajaron y esas cosas, por si está
….bueno, vos me entendés, ¿no? …. el bombo, y eso.
(Ella a Sargento)
Ella: Recuerdo algo.
Cabo: ¿Qué?
(Sargento a Cabo): Se dirigió a mí.
(Cabo a Sargento): Disculpe.
Sargento: Prosiga, señorita….¿qué
recuerda?
Ella: Lo recuerdo a él.
Sí, “él”, el sujeto (vaya a saber
quién) que la sustrajo de su hogar para retenerla (vaya a saber dónde), tantos
días (vaya a saber cuántos), en una calle de Buenos Aires…
Sargento: Vaya a saber, cabo…
Cabo: ¿Qué cosa, sargento?
Sargento: Que algo le pasa a la
piba. ¿No se da cuenta?
Ella: ¿Qué me pasa? – pregunta,
alarmada.
Sargento: Señorita, me temo que
usted se está transformando. ¿Cómo siente sus piernas?
Ella: Montañosas….¿Eh?
Sargento: Dígame, ¿cómo le tira la
guerra?
Ella: No me gusta. Soy neutral…..Ay, ¡pero qué me pasa!
Sargento: ¿Y si le digo ABBA?
Ella: Son nuestros….¡Mierda!
Sargento: ¿La política?
Ella: Kommunfullmäktige…..¿Estoy loca?
Sargento: No, señorita. No está
loca. Usted atraviesa un síndrome muy recurrente en las personas que fueron
secuestradas. Usted se transformó en Suecia, señorita.
Ella: ¿Cómo que en sueca?
Sargento: No me entendió. En sueca,
no. En Suecia. Véase al espejo. ¿Ve?
Ella: Ja…
Cabo: No se ría. No es joda.
Ella: No me río. ¡Dije sí!
Sargento: Es un país, señorita.
Ella: ¿CÓMO UN PAÍS? NEJ….
Cabo: Mire, señorita que Suecia es
un país maravilloso, eh. Con una política exterior admirable. Un país
prolijito, impecable. ¿Puede creer que ahí no roban? Dejan la puerta abierta y
no pasa nada. Y con el tema de los relojes y los chocolates…
Sargento: Esa es Suiza, pelotudo.
Cabo: ¿Cómo se llama, señorita?
Ella: Jag heter…
Cabo: No. Disculpe. Sus
inclinaciones sexuales no me interesan….
Sargento: Cabo….Es SUECIA.
Cabo: Y es una Suecia pura, eh. Se
ve que le pegó fuerte el metejón.
Ella: Skit tusan….
Cabo: No, señorita. Acá no la salva
ningún mentalista. Pero, no se preocupe que esto tiene solución…
Ella: ¡Tack! ….
Cabo: ¿Tic? Noooo, pastillitas no.
Estoy en actividad.
Sargento: “Gracias”, Cabo….la piba
le dijo “gracias”. Vamos a hacer una cosa, señorita. En este hospital hay un
pequeño grupo de mujeres que han pasado por lo mismo. Lo mejor es que usted
esté ahí, ya que va a estar más contenida. Es una especie de ONU, pero de
autoayuda y, claro, con la diferencia de que son todas Suecia; usted me entiende
¿no? Esto con el tiempo pasa….a ver, hasta que se le vaya el enamoramiento, el
enganche, la identificación o como quiera llamarlo. Así que usted quédese acá
con el Cabo que yo voy a hablar con la psicóloga para que la trasladen.
El Sargento se retiró de la
habitación. El Cabo miró con ternura a la joven y le dijo:
Cabo: Señorita, no se preocupe.
Tenga confianza y fe.
Ella lo miró dubitativa. Taciturna.
Como queriendo expresar con sus ojos la gran pregunta: si esto realmente iba a
terminar. Si lo iba poder olvidar. Y el Cabo, pareció entenderla.
Cabo: Sí, esto pasa. Lo va a poder
olvidar. Porque siempre, créame señorita, siempre, nos terminan olvidando.
Y la joven comenzó a llorar. Luego
de mucho tiempo, en Suecia, finalmente aparecía la lluvia.
¡Gran final!
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