Que era linda, era linda. De acá a
la China. Desde la Puna hasta la Quiaca. Se acercó. Hubo un ida y vuelta, le
dije que pin que pan, que esto que aquello, que va y que viene. Al principio no
era ni chica ni limonada, ni sí ni no ni blanco ni negro. Pero una cosa llevó a
la otra y empezamos a contarlo a los cuatro vientos, a troche y moche y bla bla
bla y etcétera etcétera. Y como quien no quiere la cosa, acá estamos. Entre
pitos y flautas.
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