Hola.
Vengo a resolver algunas inquietudes vinculadas con ciertos modismos de la
cultura argentina. Sabemos que hay consensos sociales que nos obligan a
mantener la llamada “corrección política”, incluso en situaciones innecesarias. Desde ya les digo que no pretendo cambiar esas estructuras. Si hay algo que no soy es ingenua y sé que esas formas semióticas no son
fáciles de erradicar. Por ello, mi ayuda aquí será otra. Lo que vengo a ofrecer son unas
frases que pueden colocarse en esas situaciones específicas para hacer que la
corrección política tenga sentido. Veamos dos ejemplos.
Ejemplo 1
Estamos
en un restaurante y queremos pedir una silla que está colocada en la mesa de al
lado. Nos acercamos al señor y le decimos: “Disculpe, ¿le puedo sacar esta
silla?”. Como podemos notar, el término “disculpe” es fútil en este contexto
pues no hemos hecho nada previo como para exclamar semejante descargo. Ante ese
escenario, una sugestiva posibilidad es la de decirle al buen cristiano:
“Escuchame, puto del orto”. El señor de la mesa contigua nos mirará azorado y
antes de que reaccioné, y con razón, le diremos: “Disculpe, ¿le puedo sacar
esta silla?”.
Ejemplo 2
Nos
encontramos en la sala de espera del dentista y nos damos cuenta de que tenemos
una necesidad básica de hacer lo segundo. Nos acercamos a la secretaría de
nuestro odontólogo y le decimos: “Perdón que te moleste, ¿me indicarías dónde
está el baño?”. Al igual que en el ejemplo anterior, el parafraseo “perdón que
te moleste”, no remite a ninguna situación anterior en la cual esa secretaria
haya sido fastidiada o incomodada. Una interesante acción puede ser la de
colocarse frente a la mujer, sacar el miembro viril y arrojarle orina mientras
le decimos: “Tomate toda mi lluvia dorada, mamita, que tengo resto como para
llenarte el ojete”. Ella quedará mojada y, en este caso sí, contrariada con lo cual
le diremos: “Perdón que te moleste, ¿me indicarías dónde está el baño?”.
Bien.
Espero que estos consejos hayan sido de utilidad. No diré “adiós”, porque como
soy atea es probable que me manden a la concha de mi madre. ¿Y ustedes me
preguntarán qué tiene que ver dios con la concha de mi madre? Como ya lo ha
dicho el cuento, cualquier madre judía cree que su hija es dios. En especial si
salió de su concha.
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