sábado, 13 de septiembre de 2014

Sin gerundio


Los gerundios son conjugaciones verbales que indican acción. Su desinencia es de dos tipos: ando (para los verbos terminados en ar) y endo (para los verbos terminados en er o ir). Pero hay un problema con sus usos. Habitualmente, nunca se utilizan del modo correcto porque sus reglas de aplicación suelen ser dificultosas - por no decir “confusas” -. Pero existen ciertos recursos o, en criollo, “trampas” que permiten abandonar estas dudas sobre cuándo realmente podemos usar un gerundio. El secreto es simple: cambiar la palabra que termina en ando o endo por el verbo en infinitivo o conjugado. En lo que sigue, realizo el ejercicio en un escueto párrafo sobre unas interesantes Jornadas académicas.

(Con gerundios)

Estuvimos en las jornadas Pensando el Género debatiendo sobre distintos argumentos. Muchos de ellos eran buenos aunque, pretendiendo ser genialidades, no llegaban a ser una contribución de alto vuelo. El problema se presentó luego cuando un disertante, en su afán de sabiondo, provocó al público con una pregunta sobre el atuendo. Fue tremendo. Nadie sabía qué decir. Algunos decidieron retirarse del panel maldiciendo la situación. Otros, en cambio, prefirieron quedarse y hacer un aporte por más blando que fuera. Pero el debate comenzó a acalorarse porque el disertante, ofreciendo un argumento consistente, dejó a la mayoría boquiblando con su hipótesis sobre el contrabando. Unos pocos, intentando madurar aquella idea, llevaron a referendo las pocas que les quedaban. Nuevamente, no hubo caso. Todo terminó con un estruendo. Sin comando, con un bando de ignorantes y con un disertante bastante malicioso. Lo que se dice en la jerga: un reverendo.

(Sin gerundios)


Estuvimos en las jornadas Pensar el Género para debatir sobre distintos argumentos. Muchos de ellos era buenos, aunque al pretenderse como genialidades, no llegaban a ser una contribución de alto vuelo. El problema se presentó luego cuandar un disertante, en su afán de sabiondoroso, provocó al público con una pregunta sobre el atuendar. Fue tremendió. Nadie sabía qué decir. Algunos decidieron retirarse del panel mientras maldecían la situación. Otros, en cambio, prefirieron quedarse y hacer un aporte por más blandió que fuera. Pero el debate comenzó a acalorarse porque el disertante, al ofrecer un argumento consistente, dejó a la mayoría boquiblandió con su hipótesis sobre el contrabandeaba. Unos pocos, mientras intentaban madurar aquella idea, llevaron a referendía las pocas que le quedaban. Nuevamente, no hubo caso. Todo terminó con un estruendorer. Sin comandor, con un bandaba de ignorantes y con un disertante bastante malicioso. Lo que se dice en la jerga: un revenderió.

1 comentario: