41 años y 41 cosas que me hartaron de vos … tributo
1. Tu excesiva y desproporcionada sinceridad.
2. Tus mentiras.
3. Tus ganas de ponerle nombre a todo. Como a mi concha.
4. Tu feminismo de
cartulina.
5. Tu machismo disfrazado de deconstrucción.
6. Tu incansable deconstrucción hacia la nada misma.
7. Tu falta de deconstrucción.
8. Tu poca pericia para arreglar cosas. Y con cosas me
refiero al inodoro, la estufa, la heladera y nuestra relación.
9. Tu fanatismo por las series malas. Sí, flaco, Friends es
mala.
10. Tu snobismo por las series buenas. Sí, querido, a mi vieja
no le importa un carajo el arco del personaje de Walter White. A mi vieja no le
importa nada, de hecho.
11. Tu risa forzada cuando no entendés algo.
12. Tu risa forzada cuando no entendés nada.
13. Tu pose por no comprarte ropa. No te la compras porque sos
un croto, no un vanguardista.
14. Tus ganas por introducir la noción de “mise-en-scène” a
cada rato.
15. Tu canchereo por saber escribir “mis-en-sen” sin
googlear y burlarte de mí por no saber hacerlo. Como ahora, pelotudo.
16. Tu “soy el mejor contador de anécdotas del mundo”. Si al
menos te pasara algo interesante, bueno, pero ni siquiera.
17. Tu insistencia por no incluirme en ninguna de las
anécdotas que contás que, además, son mías.
18. Tu sentido del humor selectivo. Ya pasó la etapa en que
solo unos privilegiados entendían a Les Luthiers, no sos tan capo.
19. Tu modo de retarme cada vez que me mando “alguna”. Y “alguna”
es decir que no me gusta Lisandro Aristimuño.
20. Tu gusto musical mentiroso. Como cuando decís que te encanta
Lisandro Aristimuño.
21. Tu facilidad para las matemáticas que me vivís enrostrando.
22. Tu necesidad de tener un buen teléfono, a cada rato y en
cada minuto de tu vida.
23. Tu ringtone del teléfono.
24. Tu número de teléfono.
25. Tu teléfono.
26. Tu súper empatía por los grandes temas como “la” pobreza,
“el” hambre y “la” discriminación de género. Y tu cero empatía por los temas
menores. Como yo cuando no tengo guita, quiero comer o cuando me callan tus amigos
si quiero acotar algo.
27. Tu modo de decir “maridar” a cada rato.
28. Tu alta autoestima que, te cuento, marida muy mal con la
mía tan pero tan baja.
29. Tu creencia de que le resolvés la vida a todo el mundo.
Para que sepas, yo hacía todo sola antes de conocerte, y es probable que el mundo
también.
30. Tu perfeccionismo a ultranza. Sobre todo, para hablar de
lo que me falta.
31. Tu corte de pelo que intentó ser pretencioso y terminó
siendo nada.
32. Tu burla cada vez que me pongo a bailar porque “pongo
una cara rara”. Supongo que no debe ser distinta a tu cara cuando garchás.
33. Tus ganas de tener sexo grupal. Te informe que, con esa
cara que ponés, no lo hago ni loca.
34. Tu odio porque no me gusta tomar alcohol. A vos no te gusta la
menta granizada y nadie te dice nada.
35. Tu manera de hablar “de la derecha liberal” con repulsión.
No distinguís a Locke de Rousseau así que mejor ni hablés.
36. Tu forma de decir que “hacés” países cada vez que vas a
Europa. Te aviso que el único que deshizo algo ahí fue Nerón, y no le fue tan bien.
37. Tu crítica a mi intelectualidad porque me gusta leer best
sellers. En lo que tardas en leer El pasado, yo ya me leí tres novelas de Stephen
King y me vi las películas. Y vos ni siquiera lo terminaste.
38. Tu insistencia por querer hablar mientras cojemos. No te
quiero escuchar nunca, imaginate con mi culo en tu cara.
39. Tu modo de politizar absolutamente todo sin saber nada. Ni
siquiera de política.
40. Tu énfasis por destacar la particularidad de todo. Hasta
en eso sos un estereotipo.
41. Tu seguridad de saber que siempre vuelvo y que voy a
volver, simplemente porque nadie me hace reír como vos.