domingo, 14 de diciembre de 2014

41 cosas que me hartaron de vos....de nuevo.

1. Tu insistencia en darle preponderancia a las grandes injusticias mundiales como la hambruna,  los capitales económicos, las guerras y mi orto caído.
2. Tu hipocondría estratégica.
3. Tu fanatismo por todo lo que no me gusta; como la vida al aire libre, la actividad física y el sexo anal.
4. Tu manera de convencerme de hacer siempre todo lo que no me gusta.
5. Tus ganas de meterle psicoanálisis a todo, incluso a mi horóscopo.
6. Tu estilo posmo. Dejame que yo siga creyendo en la Razón; por lo menos me explica mucho más que el devenir, la liquidez, el rizoma y demás hortalizas. Nabo.
7. Tu “me gusta el humor inteligente”. No, querido, no te gusta ni el “humor” ni mucho menos lo “inteligente”.
8. Tu odio al clasismo mientras que decís “grasa”, “mersa” y “groncho” con total soltura. Tilingo.
9. Tu elitismo musical. Me parece regio pero es claro que en los casamientos la paso mucho mejor yo.
10. Tu “no como nada que tenga ojos”.
11. Tu creencia de que tenés calle porque sabés escribir bien “ortiba”, “sarpar” y “sarasa”. No te das una idea de lo que te va a servir eso cuando venga un funebrero a cagarte a trompadas porque te paseás con la remera de Atlanta.
12. Tu insistencia en querer buscarle respuesta a todo. No hay mucha vuelta: Dios no existe, el mejor de los Beatles es Revolver y el peronismo va a ganar siempre. Fin.
13.  Tu opción repentina de que debo luchar contra la cosificación de las mujeres. Te cuento que lo primero que me miraste cuando me conociste fueron las tetas. Y lo seguís haciendo. Pero con otras, claro.
14. Tu crítica hacia mi apatía política. Sí, es cierto, tu militancia desde whatsapp es basista, transformadora y revolucionaria.
15. Tus sincericidios. Hay cosas sobre las que me tenés que mentir. Y siempre.
16. Tu proyecto maravilloso de que yo sea madre, sin que vos seas padre.   
17. Tu decisión de referirte a la mucama en todos los ámbitos sólo por su nombre. Te recuerdo que se llama Rosmery. No sólo el mundo se da cuenta de que es tu mucama sino también de que es boliviana.
18. Tu estilo soberbio para hablar de todo lo que no sabés. O sea, de todo.
19. Tu concepto garantista de la justicia. Te cuento que ya no es de rebelde afanar. Ahora se los llama “ladrones” o, en su defecto, “chorros”.
20. Tus ganas de estar, participar y acompañar sólo en lo que te interesa.
21. Tu planteo de tener una pareja abierta pero tu horror cuando te ofrezco dormir en camas separadas. Te informo que la libertad sexual es mucho más cómoda cuando después de cojer los cuatro tenemos más espacio para dormir.
22. Tu “me pongo del lado de los palestinos” porque es más progre. No sabés ni siquiera dónde queda Israel. No sabés ni siquiera dónde queda la calle Estado de Israel.
23. Tu adoración por los eventos.
24. Tu crítica por que tomo chocolatada en el desayuno. Vos tomás leche de soja y yo no te digo nada.
25. Tu exageración cada vez que decís que tu familia tuvo que exiliarse. Te recuerdo que tus viejos se fueron porque les pagaban mejor en Miami que acá.
26. Tu modo de decir “es discutible” a cada cosa que se plantea.
27. Tu insistencia en hacerme creer que tragar el semen es más higiénico.
28. Tus manejos sofistas para que finalmente me crea todo lo que me decís.
29. Tu burla porque me gusta estar a la moda. Claro, porque mirar la TV pública, hacer crossfit y decir “ponele” a cada rato es de marginal.
30. Tu análisis y división simplista de todo en “izquierda” y “derecha”.
31. Tu imposibilidad de decir que algo está mal porque “todo” depende del contexto cultural. Me imagino que si me encontrás en el medio del living teniendo sexo con tu hermano vas a entender cuando te hable de la falsedad de la monogamia, y demás boludeces.
32. Tus siestas eternas.
33. Tus noches despierto.
34. Tu reciente descubrimiento de las series. Vos me decías de todo cuando yo veía Friends y ahora te creés cool porque ves How I Met Your Mother.
35. Tu crítica porque no me sé todas las fechas importantes. Es que tengo más presente tu cumpleaños que la Revolución Libertadora, espero que no te moleste.
36. Tu descalificación hacia los matemáticos porque tienen errores de ortografía. Te recuerdo que vos sumás con los dedos. Eso también es de bruto.
37. Tu vaivén constante entre ser un hippie o un hipster.
38. Tu insistencia en decir que soy una snob porque me gusta el cine yanqui. El problema es tuyo que decís que te encanta y es mentira.
39. Tu fascinación por Rep.
40. Tus ganas de veranear todos los años en ese camping sin mar, ni río, ni arroyo; con una laguna que está, casualmente, siempre debajo de nuestra carpa.

41. Tu debilidad para abrir esa gran boca y mostrarme todos tus dientes cada vez que, por motivos extraños e inexplicables, te hago reír. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

Biografía familiarizada de Paquito Hernández

Paquito Hernández nació un 2 de febrero de 1802, en la ciudad de Río Segundo, Córdoba.  De familia humilde y numerosa, de vivienda precaria y hacedor de trabajos pesados y esporádicos, transitó su vida en la miseria y la desdicha hasta llegar a una posición de clase alta y beneficiario de una riqueza aún hoy incalculable.  Debido a que no tuvo ingesta de sólidos durante sus primeros doce años de vida, no logró nunca ni leer ni escribir. Tampoco aprendió a hablar. Ni mucho menos a caminar. Reconocido por un cúmulo de obras literarias que han sido elaboradas en las condiciones más extrema de soledad y pobreza, fueron todas escritas por su madre. Sus maravillosas composiciones musicales, en cambio, fueron elaboradas por su hermano. Su imaginación para el puntillismo se refleja en esos deliciosos lienzos expuestos en los museos del Prado, el Louvre, el National Art Gallery, el Metropolitan Museum of Art y el Malba. Colección íntegramente pintada por su abuela. La paterna. Es inolvidable su influencia en la matemática moderna, aunque era su padre el que realmente le hacía las sumas. No así las restas, que las operaba mejor su hermana. La menor. Su afición a la danza fue tan notable como imposible, disciplina que en realidad llevó a cabo su adorada esposa; quien también escribió y filmó todas sus películas, obras de teatro y programas de televisión. Algo similar ocurrió con su habilidad para la orfebrería y la fabricación de instrumentos aunque ya es harto conocido que el verdadero y único luthier fue su perro. Si bien sus programas de radio finalmente jamás se emitieron, sí fueron galardonadas absolutamente todas y cada una de las publicidades que hizo su hijo. Lo mismo sucedió con las fórmulas científicas descubiertas, los fósiles hallados y la creación del corazón artificial descartable; ideas revolucionarias pensadas y materializadas por su hija. La que aún no nació. Paquito Hernández murió un 2 de febrero de 1922 en la absoluta riqueza. Y sin dejar herederos. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Mensajes eróticos por whatsapp de dos desconocidos

Inés (escribiendo)
Estás?

Nicolás  (escribiendo)
Estoy… Nos vemos hoy?

Inés (escribiendo)
Sí. Esta vez quiero verte.

Nicolás (escribiendo)
A mí me encantó. A vos?

Inés (escribiendo)
Pucho.

Nicolás (escribiendo)
No tengo.

Inés (escribiendo)
No…mucho. Eso

Nicolás (escribiendo)
¿Querés m´s?
Digo, m´sa
Uf, n´sa
Bueh….n ´sync
MÁÁÁÁS.

Inés: (escribiendo)
Sí.

Nicolás (escribiendo)
¿Qué te gustó?

Inés (escribiendo)
Imaginar tus sesos en mi boca, en mi cuerpo, en mis piernas, en todos lados.

Nicolás  (en línea)

Inés (escribiendo)
Tus besos, tus besos.

Nicolás (escribiendo)
Te pedo agarrar agora?

Inés (en línea)

Nicolás (en línea)

Inés (escribiendo)
Estás?

Nicolás (escribiendo)
¿Me querés coser?

Inés (escribiendo)
No sé…

Nicolás (escribiendo)
Digo, si querés que te coja.

Inés (escribiendo)
Pucho.

Nicolás (escribiendo)
Te dije que no tengo.

Inés (en línea)

Nicolás (escribiendo)
 La tengo dura y me estoy paseando.

Inés (en línea)

Nicolás (escribiendo)
Decime algo, dale, calentame.

Inés (escribiendo)
Cuando te vea, te voy a agarrar toda esa pica y te la voy a chipar toda. Toda. Entera. Ente Rita Lee.

Nicolás (escribiendo)
 Me vas a dejar que te haga el orco?

Inés: (escribiendo)
Y boss? Me vas a pasar tu lengua PROVENZAL  
OC?

Nicolás (escribiendo)
Ya estoy, eh.  Sí, Ay, digo Hay, digo Ahí Viene.... Voy a A CAGAR.

Inés (en línea)

Nicolás (en línea)

Inés (en línea)

Nicolás (en línea)

Inés (escribiendo)
Estás?

Nicolás. (escribiendo)
Estoy...Me acordé de que hoy tengo que dormirme temprano.

Inés (escribiendo)
Sabés que yo también?

Nicolás: (escribiendo)
Bueno…espero algún día poder verte la cara.

Inés: (escribiendo)
Sí…yo tampoco.

Nicolás: (en línea)


Inés: (en línea)

viernes, 17 de octubre de 2014

Nombres de niños según tipo de padre y/o madre progre.

Lola: progre a secas.
León: progre de moda.
Luca: progre rocker.
Santino: progre cinéfilo.
Vito: progre cinéfilo afectado.
Antonia: progre garca.
Milo: progre boludo.
Floriana: progre hippie.
Camilo: progre de izquierda.
Benita: progre de derecha.
Benicio: progre dealer.
Valentino: progre puto.
Eliseo: progre leído.
Indiana: progre originaria.
Ciro: progre bardo.
Nina: progre torta.
Quimey: progre latinoamericanista.
Teo: progre católico.
Theo: progre católico pretencioso.
Ian: progre judío.
Polonio: progre sin luces.
Olivia: progre snob.
Boris: progre culto.
Lauro: progre con problemas.
René: progre hermafrodita.
Cristóbal: progre del orto.
Caetano: progre n’ bossa.
Gala: progre dadaísta.
Maite: progre indefinido.
Zoe: progre cipayo.
Ludovico: progre rebuscado.
Enzo: progre mafioso.
Renzo: progre mafioso pero con onda.
Juan: progre disimulado.
Uma: progre obvio.
Bianca: progre del noventa.
Genaro: progre sindical.
Severino: progre anarquista.

Simbad: progre hijo de puta.

martes, 16 de septiembre de 2014

41 cosas que me hartaron de vos...otra vez.

1. Tu ciclotimia mental, sexual, amorosa, vincular y alimenticia.
2. Tu snobismo cada vez que decís: “el mejor de los Beatles siempre fue Ringo”. Te cuento que ni a John, ni a Paul, ni a George, ni mucho menos a Ringo le gustaba Ringo. 
3. Tu escepticismo radical hacia la astrología. Te informo que decís eso porque sos de Leo; los cuales, además, son todos putos.
4. Tu crítica hacia mi poco bagaje literario. Mirá qué loco, yo creo que se te para más la chota con mi culo que con el Ulises de Joyce.
5. Tu dieta vegana.
6. Tu dieta paleo (te dije ciclotímico en la 1, no sé, fíjate).
7. Tu descreimiento repentino hacia los medios de comunicación. Convengamos que te costó menos que dejar de creer en el Marxismo.
8. Tu interés por vivir de modo austero en especial para comprarte TU IPhone, TU IPad, TU Mac y TU alargamiento peneano.
9. Tu práctica de “barefoot running”. Se dice “correr descalzo” y, para que lo sepas, la gente que lo hace está mal de la cabeza. Incluyéndote, claro.
10. Tu insistencia y perseverancia por hacerme creer que me enseñaste todo sobre el sexo.
11. Tu carácter convincente de hacerme creer que me enseñaste todo sobre el sexo.
12. Tu modo de haberme convencido de que yo crea que me enseñaste todo sobre el sexo.
13. Tu crítica encarnizada hacia las redes sociales. Te recuerdo que nos conocimos en una. Y la más trucha de todas, por cierto.
14. Tu compromiso eco-verde-anticapitalismo-anarco-boludo.
15.  Tu modo vetusto, arcaico, demodé y hasta vintage de idolatrar a Fidel Castro. En Puan ya ni se acuerdan de quién era.
16. Tu libertad y tu incentivo para que yo experimente sexualmente con mujeres pero únicamente adelante tuyo.
17. Tu creencia de que sos antisistema porque metés una feta de salame en el sobre cada vez que votás. Eso te hace más mugriento, no más revolucionario.  
18. Tu maniqueísmo para entender mi estilo amoroso. Según vos o te entrego el culo o no te quiero.
19. Tu creencia de que sos Larry David porque ironizás en contra del Estado de Israel. Te informo que Larry David no se reiría de los judíos, sino de los palestinos. Sabelo.
20. Tus ganas de estar con el ánimo bien arriba cada vez que me duele la cabeza.
21. Tu enojo porque no apoyo tu devoción por las causas impunes. Y sí, un cuadro de Cabezas arriba de la cama es bastante feo. Ni siquiera sos fotógrafo. ¡Ni siquiera leés el diario!
22. Tus verdades absolutas. Que, por cierto, son todas falsas.
23. Tu “yo caminé las calles de Cuba y no hay pobreza”. No, caminaste las playas de Cuba, en un hotel cinco estrellas de Cuba. Y en los hoteles cinco estrellas, no hay pobres.
24. Tu reproche porque no sé usar los palitos para comer sushi. Vos no sabés tocar el bajo y yo no te digo nada. 
25. Tu modo de definirte siempre con personajes de Quino. Fuiste Libertad, Mafalda, Miguelito. Yo por lo menos siempre fui Guille, vos ahora pendulás entre el idiota de Manolito y el estilo suicida de Felipe.
26. Tu exceso de eufemismos.
27. Tu estilo indefinido de vestir que conjuga lo hippie con lo cool con lo rocker con lo punk con lo bohemio y con la nada misma.
28. Tu ideología política que es más arcaica que la Unión Cívica Radical.
29. Tu crítica porque escribo cojer con j. Vos encima creés que existe el punto G, boludo.  
30. Tu necesidad de que nuestro hijo tenga un nombre único. Podemos ponerle Hitler si querés. Si lo mandamos a la ORT posiblemente no haya ninguno.
31. Tu música experimental.
32. Tu humor sutil. Bastante aburrido, de hecho.
33. Tu gusto por Liniers. El barrio y el historietista.
34. Tu “meto una zoncera de Jauretche” para todo.
35. Tu irritación porque digo “acá está mi leche” cada vez que lo nombrás. A Jauretche, claro.
36. Tu enojo porque como mucho chocolate. Me decís que te preocupa la diabetes pero sabemos claramente que lo único que te preocupa es que engorde.
37. Tu burla porque me gusta la literatura “bestsellerista”. En lo que vos tardás en leerte una novelita de Murakami yo ya me leí cuatro de Stephen King. Es obvio quién sale ganando.
38. Tu fascinación por la lluvia.
39. Tu fascinación por no llevar paraguas cuando llueve. Y cagarte en que me moje, claro.
40. Tus ganas de hacer El camino del Inca todos los años. Prefiero hacer El Camino de la Malla y en alguna isla del Caribe.

41. Tu reconocimiento de que nunca me vas a hacer reír; aunque siempre, por alguna razón que aún desconozco, me dejás una sonrisa. Y de las que duran. 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Sin gerundio


Los gerundios son conjugaciones verbales que indican acción. Su desinencia es de dos tipos: ando (para los verbos terminados en ar) y endo (para los verbos terminados en er o ir). Pero hay un problema con sus usos. Habitualmente, nunca se utilizan del modo correcto porque sus reglas de aplicación suelen ser dificultosas - por no decir “confusas” -. Pero existen ciertos recursos o, en criollo, “trampas” que permiten abandonar estas dudas sobre cuándo realmente podemos usar un gerundio. El secreto es simple: cambiar la palabra que termina en ando o endo por el verbo en infinitivo o conjugado. En lo que sigue, realizo el ejercicio en un escueto párrafo sobre unas interesantes Jornadas académicas.

(Con gerundios)

Estuvimos en las jornadas Pensando el Género debatiendo sobre distintos argumentos. Muchos de ellos eran buenos aunque, pretendiendo ser genialidades, no llegaban a ser una contribución de alto vuelo. El problema se presentó luego cuando un disertante, en su afán de sabiondo, provocó al público con una pregunta sobre el atuendo. Fue tremendo. Nadie sabía qué decir. Algunos decidieron retirarse del panel maldiciendo la situación. Otros, en cambio, prefirieron quedarse y hacer un aporte por más blando que fuera. Pero el debate comenzó a acalorarse porque el disertante, ofreciendo un argumento consistente, dejó a la mayoría boquiblando con su hipótesis sobre el contrabando. Unos pocos, intentando madurar aquella idea, llevaron a referendo las pocas que les quedaban. Nuevamente, no hubo caso. Todo terminó con un estruendo. Sin comando, con un bando de ignorantes y con un disertante bastante malicioso. Lo que se dice en la jerga: un reverendo.

(Sin gerundios)


Estuvimos en las jornadas Pensar el Género para debatir sobre distintos argumentos. Muchos de ellos era buenos, aunque al pretenderse como genialidades, no llegaban a ser una contribución de alto vuelo. El problema se presentó luego cuandar un disertante, en su afán de sabiondoroso, provocó al público con una pregunta sobre el atuendar. Fue tremendió. Nadie sabía qué decir. Algunos decidieron retirarse del panel mientras maldecían la situación. Otros, en cambio, prefirieron quedarse y hacer un aporte por más blandió que fuera. Pero el debate comenzó a acalorarse porque el disertante, al ofrecer un argumento consistente, dejó a la mayoría boquiblandió con su hipótesis sobre el contrabandeaba. Unos pocos, mientras intentaban madurar aquella idea, llevaron a referendía las pocas que le quedaban. Nuevamente, no hubo caso. Todo terminó con un estruendorer. Sin comandor, con un bandaba de ignorantes y con un disertante bastante malicioso. Lo que se dice en la jerga: un revenderió.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Biografía sobrecalificada de Juan Pérez González García

Juan Pérez González García ha sido un gran, aunque poco reconocido, erudito de la Argentina. Oriundo del barrio porteño de Boedo, nació un 15 de febrero de 1955 en el seno de una familia ítalo-española-portuguesa de clase media. Sin transitar por el jardín de infantes ni por el preescolar, realizó la escuela primaria en tan solo cuatro años. La secundaria, en cambio, la hizo en uno. En la Universidad cursó las carreras de medicina, derecho, veterinaria, artes combinadas, odontología, paleontología, sociología, antropología y periodismo deportivo; alcanzando un promedio de 10 en todas las carreras, menos en la última que obtuvo un 10,50. Aunque se estima que este último fue producto de un error de tipeo. Se destacó en áreas como la música, la gimnasia, la cocina y la jardinería. Fue profesor emérito de prestigiosas Casas de Estudio como La Soborna, Harvard, Yale, The London School of Economics y la Universidad de Quilmes. Realizó cuatro posgrados y obtuvo un doctorado Honoris Causa en Filosofía del Derecho Japonés. Estudió todos los idiomas, incluyendo a las lenguas muertas. Tuvo seis preciosas hijas llamadas María Paula, María Laura, María Ana, Paula María, Laura María y Ana María. Fue un gran hijo, un excelente nieto, un adorado compañero y una maravillosa esposa. Escribió cuatro novelas policiales, dos poemarios y tres ensayos sobre Epistemología alemana. Fue karateca, ninja y jedi. Defendió con hidalguía cual causa noble se le cruzara por su camino. Hizo la carrera monacal pero rechazaron su postulación como Papa por ser mujer. Se destacó en áreas como la informática y marcó un hito en la creación de una de las mejores y más concurridas redes sociales de toda la historia. Superó a Facebook y Twitter en menos de tres días. Creó un sistema de mensajería revolucionario para enviar textos con tan sólo un carácter. Inventó el teléfono superdotado y el monitor con pantalla telepática. Juana Pérez González García murió a sus 35 años dejando un legado maravilloso y una obra sabia. Aunque inabordable.